Diezmo

¿Qué es el diezmo?

El diezmo es una práctica bíblica que consiste en dar el diez por ciento de nuestros ingresos o ganancias a Dios a través de la Iglesia. Es un acto de gratitud, reconocimiento de que todo lo que tenemos viene de Dios y una forma concreta de sostener la misión evangelizadora de la Iglesia.

Introducción

Desde los primeros tiempos de la historia del pueblo de Dios, el diezmo ha sido una forma de expresar nuestra gratitud a Dios por todo lo que nos ha dado. No es simplemente una obligación, sino un acto de amor y reconocimiento de que Dios es el dueño de todo y nosotros somos administradores de sus bienes.

El diezmo en la Biblia

El diezmo en el Antiguo Testamento

En el Antiguo Testamento, el diezmo era una práctica establecida por la Ley de Moisés. Los israelitas daban el diez por ciento de sus cosechas, ganado y todo lo que producían como ofrenda a Dios. Esta práctica tenía varios propósitos:

Levítico 27, 30-32

"Todo diezmo de la tierra, tanto de las semillas de la tierra como de los frutos de los árboles, es del Señor: es cosa consagrada al Señor. Si alguno quiere rescatar algo de su diezmo, añadirá la quinta parte de su valor. Todo diezmo de ganado mayor o menor, de todo lo que pasa bajo el cayado, será consagrado al Señor."

Malaquías 3, 10

"Traigan el diezmo íntegro al tesoro del templo, para que haya alimento en mi Casa. Pónganme a prueba en esto -dice el Señor de los ejércitos- y verán si no les abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes la bendición en abundancia."

El Diezmo en el Nuevo Testamento

Jesús no abolió el diezmo, sino que lo perfeccionó. Él enseñó que debemos ir más allá de la simple observancia externa de la ley y dar con generosidad y amor. En el Nuevo Testamento, se nos invita no solo a dar el diezmo, sino a dar con alegría y generosidad todo lo que podamos para el bien de la Iglesia y de los necesitados.

Mateo 23, 23

"¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello."

2 Corintios 9, 6-7

"Tengan presente lo siguiente: el que siembra con mezquindad, cosechará con mezquindad, y el que siembra abundantemente, cosechará con abundancia. Que cada uno dé según lo que ha decidido en su corazón, no de mala gana o por la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría."

La enseñanza de la Iglesia

La Iglesia Católica, a través de su magisterio y tradición, ha mantenido la importancia del sostenimiento de la Iglesia por parte de los fieles. No se trata de una imposición, sino de una responsabilidad cristiana que nace del amor y la gratitud hacia Dios.

La enseñanza del catecismo sobre la obligación de ayudar a la Iglesia, #2043:

"El quinto mandamiento (subvenir a las necesidades de la Iglesia) significa que los fieles están obligados a ayudar, cada uno según su posibilidad, a las necesidades materiales de la Iglesia."

Este mandamiento nos recuerda que somos parte de una familia, la familia de Dios, y como tal, tenemos la responsabilidad de contribuir al sostenimiento de nuestra casa común, que es la Iglesia.

¿Qué es más exigente dar el diezmo o dar el corazón?

Jesús nos enseña que lo más importante no es la cantidad que damos, sino la disposición de nuestro corazón. La viuda que dio dos moneditas dio más que todos los ricos, porque dio todo lo que tenía. El diezmo es una expresión externa de una realidad interna: nuestro amor y confianza en Dios.

Dar el diezmo es fácil cuando entendemos que todo lo que tenemos es un regalo de Dios. Es un acto de fe que dice: "Confío en que Dios proveerá para mis necesidades". Es también un acto de justicia, reconociendo que la Iglesia necesita recursos materiales para cumplir su misión de anunciar el Evangelio y servir a los más necesitados.

Conclusión:

El diezmo es mucho más que una obligación o una costumbre antigua. Es una forma de vida cristiana que nos ayuda a poner a Dios en el primer lugar de nuestras vidas, reconociendo que Él es la fuente de todas nuestras bendiciones. Es también una manera concreta de participar en la misión de la Iglesia y de ayudar a nuestros hermanos más necesitados.

Cuando damos nuestro diezmo, no solo estamos sosteniendo las estructuras físicas de la Iglesia, sino que estamos permitiendo que la Palabra de Dios llegue a más personas, que los sacramentos sean celebrados, que los sacerdotes puedan dedicarse al ministerio, y que los pobres sean atendidos. Estamos construyendo el Reino de Dios aquí en la tierra.

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